sábado, 17 de noviembre de 2012

Tiempo de asesinos y cobardes



Tim Ribberink, el joven holandés que aparece en la foto, se acaba de suicidar. Tenía 20 años. En el mensaje de despedida dejó escrito: Queridos papá y mamá, toda la vida me han ridiculizado, traicionado, acosado y rechazado. Vosotros sois fantásticos. Espero que no os esfadéis. Hasta la vista. Tim.

Holanda no es solo el país de los molinos, las casas de muñecas a orilla de los canales y los coffee shop donde venden marihuana. Holanda también cultiva hijos de puta, además de tulipanes. Como en cualquier parte. 

Mientras los degenerados de los políticos que nos gobiernan discuten absurdas medidas contra la crisis, que sólo sirven para engordar aún más sus bolsillos, el monstruo del sadismo y la cobardía sigue creciendo a nuestro alrededor. 

Tim no es el único caso en las últimas semanas de jóvenes que no pueden aguantar más la presión a la que les someten una pandilla de mal nacidos y dan el paso hacia el vacío. Nadie tuvo tiempo, al parecer, de darse cuenta de lo que estaba pasando. Nadie tiene tiempo de mirar alrededor y ver lo que están haciendo con nosotros. Rebaño aletargado, consumiendo baratijas en el hipermercado. Tropa sumisa aceptando con gusto el látigo de los poderosos, delatores de los pocos hombres y mujeres libres que van quedando, asesinos de niños.

Esta sociedad del "triunfo", de los anuncios publicitarios donde furcias de lujo se contonean sobre coches mediocres, donde los proxenetas y los maricas se regodean en su mediocridad, no tiene tiempo ni ganas de respetar a los demás. Los débiles no disponen de un sitio propio. Los débiles deben desaparecer. Como Tim.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Las orillas nómadas

                                                                     ©Angelo Prey


A orillas del Mar del Norte. Cuando las tozudas nubes del otoño lo permiten, el cielo se abre y la luz irrumpe con toda la sutileza de que es capaz en estas latitudes.
La playa sola y nosotros solos. La vida nómada. ¡Qué lejos España con sus miserias, sus bandoleros, los prestidigitadores y las sabandijas! ¡Qué cerca las cuatro personas honradas que malviven en medio de tanto golfo! ¡Qué cerca y qué lejos las cumbres del Guadarrama, los pinos que se alzan en medio de la tormenta, los cielos altos e inviolables de la meseta!
Pero aquí no hay montes ni mesetas. Son las tierras bajas y los cielos grises, salvo cuando la luz irrumpe y con ella la nostalgia, el desasimiento, el vacío de las horas. Nunca estás solo a la orilla del mar.