domingo, 21 de diciembre de 2014

¡QUÉ PENA DE PAÍS!: Entre el post fascismo y el neo estalinismo, con la nada en medio.


¿No sería mejor recoger los bártulos y salir corriendo? Que se queden con este erial los desgraciados que siguen peleando a dentelladas lo poco que queda, después de una rapiña de siglos. Que se queden los viejos ladrones coronados y los nuevos, esos que vienen dándoselas de puros, pero están de mierda hasta la coronilla, los que dicen que van a cambiar el país y lo que quieren decir es que van a cambiar su cuenta corriente: ¡Podemos cambiar nuestra cuenta corriente por una más abultada a costa de los tontos del culo que se creen las sandeces que les vendemos! Podemos hacernos con toda la tajada, alimentando el cuento de hadas como si fuéramos Harry Potter. Podemos pasar a cuchillo a quien se ponga por delante, pues tenemos bien aprendida la lección de nuestro padrecito Stalin. 





Lo dejó dicho don Carlos Marx: la primera vez como tragedia, la segunda como comedia. En el caso de Ejpaña, no veo muy claro que no se vuelva a repetir como tragedia. Este es un pueblo muy cabrón. Mala gente. Siempre lo ha sido.

Si los ciegos descerebrados que atestan el país fueran capaces de observar lo que tienen delante, no sólo no seguirían como borregos a las luminarias sociológicas que se aprestan a tomar la Bastilla, les bastaría con mirarles detenidamente a la cara y comprobar que si engañan a alguien es porque ese alguien quiere: ¡Con la cara de hijosdeputa que se gastan, es que no tienen disimulo, las criaturitas! Del discurso no vamos a hablar, sería perder el tiempo. Lo mismo anuncian que van a asaltar los cielos (será la última planta del Corte Inglés), como que el que mola es el Papa Paco, un tío cojonudo, el defensor de los pobres (sí desde los palacios del Vaticano, y hablando mucho ahora que es gratis, que no se le oía tanto cuando era obispo en la Pampa, mientras los milicos tiraban al Mar del Plata a los rojos subversivos).

Al otro lado, pero muy cerca (los extremos se tocan), la caterva de fachones recalcitrantes, contrariados de que unos pelagatos les estén sacando a la luz lo que siempre había permanecido en la sombra. ¡A qué viene eso de publicar los negocios! ¡Y encima, ahora, lo denominan corrupción! ¡Dónde vamos a ir a parar! Por muchísimo menos se sacaban antes los tanques a la calle. 

Y en medio de estas rebanadas de pan apolillado, como bocata cutrísimo, la nada, el vacío, la pura desolación. Dicen los que dicen entender que desde la caída del muro de Berlín, la izquierda democrática, el socialismo, la socialdemocracia, no levanta cabeza. ¡Vaya sandez! Esa izquierda ha dejado de ser izquierda mucho antes de lo del muro. Para empezar, desde que no dejaron muy claro, pero meridianamente claro, que no tenían nada que ver con los seguidores de una de las sectas más asesinas y perniciosas de toda la historia, emparejada con los nazis y los fascistas: los comunistas estalinistas. Como, sin serlo, han estado jugeteando en el mismo bando, al capitalismo depredador y fascistoide le ha venido pero que muy requetebien meter a todos en el mismo saco y tirar de la cadena. Allí se han ido los pobres tontos por el desagüe revuelto y apestoso de la cloaca.

Pero los neo estalinistas vuelven, como vuelven los zombis, pues su ideología se alimenta de muerte, son especialistas en muerte, la conocen muy bien, han asesinado a millones de personas desde los gulags soviéticos, a las jaulas de bambú de extremo oriente, pasando por las guarradas latinoamericanas del chavismo y la Habana para una infanta difunta, ahora rescatada de la pira a costa de petróleo y otras hierbas. ¡Ya puede ir preparando Coppola El Padrino IV, y empezar a rodar exteriores en El Malecón!

                                                         Víctimas del terror de Stalin

Los neo estalinistas pueden volver y vuelven. Han cambiado el bigotazo tártaro por la coleta de medio pelo, los uniformes retros y medallados por las camisas a cuadros de aficionados a la barbacoa.    Claro que vuelven, como vuelve siempre lo que no ha sido exterminado, como vuelve el cáncer que no ha encontrado la resistencia adecuada en un organismo fuerte. Vuelven y vienen para quedarse, infectando y contaminando, mintiendo, engañando, pronosticando mundos maravillosos, cuando con echar un vistazo a la historia reciente vemos con absoluta certeza lo que único que podemos esperar de ellos: muerte, la muerte ignominiosa después de la tortura. 

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